En esta última década dormimos dos horas menos de lo que dormíamos hace 20 años, lo cual se trata de un fenómeno cultural de la modernidad: “perdemos horas de sueño porque nuestros días son más largos, nos acostamos cada vez más tarde y tenemos que levantarnos temprano para viajar hasta el trabajo. La expansión de las ciudades nos quita tiempo de descanso y lo convierte en tiempo de viaje. Además, con la llegada del celular, las computadoras, la televisión e Internet estimulamos de más nuestro cerebro, exponiéndolo a la luz artificial hasta la madrugada, lo que impide que el organismo entre en la fase de reposo. Cuando dormimos, el cerebro pone en funcionamiento una serie de procesos químicos y neuronales necesarios para el metabolismo y la funcionalidad de nuestro organismo. Es decir, el cerebro necesita descansar por lo menos 8 horas diarias. Si pasadas las once de la noche estamos aun recibiendo altas dosis de luz artificial y recibimos información a través del celular y otros dispositivos, a nuestro cuerpo le cuesta mucho más entrar en la fase de reposo y permitirnos el descanso que necesitamos”.

La calidad del sueño se mide por el cansancio que una persona padece durante el día. Aquellas personas con trastornos del sueño sienten que el descanso nocturno no fue suficiente ni reparador. “Apenas se levantan, ya se sienten cansados y con la cabeza embotada. Esto afecta el rendimiento físico e intelectual, con dificultad para concentrarse y necesidad de dormir durante el día”.

Los otros indicadores tienen que ver con lo que sucede durante la noche, principalmente con la respiración. “Se estima que a nivel mundial entre el 50 y el 70% de los hombres roncan. En cuanto a mujeres, la cifra se reduce a la mitad” y, además: “El 20% de la población tiene insomnio, que es aquella dificultad para dormir que se extiende por más de tres meses. La apnea es el trastorno respiratorio más grave y uno de los principales en las alteraciones del sueño. 2 de cada 3 personas con apneas sufren de hipertensión y pueden desarrollar diabetes, con el consecuente riesgo de sufrir ataques cardíacos o accidentes cerebro-vasculares”.

“Es común que aquellos que roncan severamente o tienen apneas de sueño no se den cuenta hasta que quien duerme con ellos se los hace notar. Ahí recién consultan al profesional. Sin embargo, hay otros síntomas a tener en cuenta: si la persona se despierta mucho durante la noche, un dolor de garganta persistente, dolor en las piernas o dificultad para dormir”.

Los trastornos respiratorios asociados al sueño, constituyen un grupo de alteraciones que se producen como consecuencia de la relajación muscular propia durante el sueño. La polisomnografía es un estudio que permite registrar las señales fisiológicas del sueño variables durante el sueño, entre ellas los ronquidos, la presencia de apneas, frecuencia cardiaca, niveles de oxígeno en sangre y otras según la complejidad que se necesite y que solicite el profesional tras la evaluación. Consiste en monitorizar por medio de un equipo que se le administra al paciente, previa explicación y entrenamiento para su uso, las modificaciones que se producen durante el descanso, lo cual es interpretado luego por un médico especialista.

Existen equipos portátiles que permiten realizar estudios de forma más confortable adquiriéndose registros de excelente calidad. La Clínica Adventista Belgrano cuenta con profesionales y equipamientos para evaluar y tratar este tipo de alteraciones.

Consejos para el buen dormir:

  • Darle al sueño la importancia que tiene. Dormir no es una pérdida de tiempo ni resta capacidad para hacer otras cosas. Hay que descansar por lo menos 8 horas diarias.
  • Reducir la exposición a pantallas después de las 11 de la noche. Permitir que el cuerpo sepa que se acerca la hora de dormir y pueda relajar.
  • Cuidar la alimentación: la cena no debería ser la comida más importante del día. Evitar las comidas pesadas porque prolongan el proceso de digestión en momentos en que debemos dormir.
  • Hacer actividad física regular, dos a tres veces por semana, preferentemente por la mañana y la tarde. No durante la noche, pues el efecto es el contrario.
  • Siesta: una buena siesta puede ser necesaria en momentos en que una persona está realmente cansada. No deben ser largas, conviene que no excedan los 20-30 minutos.
  • Evitar el consumo de cafeína después de las 5 de la tarde. Cuidado con el chocolate, café, y las bebidas cola, por su alto poder estimulante.


Si estás experimentando dolor o molestia cervical, no dejes de consultar a nuestros especialistas en columna del Servicio de Traumatología y Ortopedia.

Dra. Vanina Giovini
MN126469
Médica neumonóloga especialista en trastornos del sueño

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